OEC: Preparando el pesebre - Mi corazón pobre
December 11, 2018
Es interesante como el mundo celebra el último día del año, conocida como ‘nochevieja’. Son innumerables las distintas tradiciones y supersticiones que se manifiestan alrededor del mundo, seguido por las fiestas y los fuegos artificiales que acompañan esta celebración. ¿Cuántas personas no han tratado de perder peso? ¿Tener un nuevo comienzo? ¿Proyectos, anhelos, sueños por cumplir, etc.? Es toda una elaboración para la gran fiesta de la última noche del año, inclusive hay personas que se preparan con tiempo para poder viajar a las ciudades más celebres y estar presentes como Nueva York, Sidney, Paris, Londres, Ciudad de México, etc….Para nosotros los católicos, ese tiempo comienza no en la ‘nochevieja’ sino ahora en este tiempo de adviento que estamos viviendo.
Recordemos que el Adviento es el tiempo de preparación para celebrar la Navidad, de hecho la palabra Adviento proviene del latín “adventus”, que quiere decir “venir, llegar”. Es verdad que no viajaremos a las ciudades más celebres del mundo para hacer esta preparación, pero reflexionemos ¿hacia dónde si viajaremos internamente? ¿De qué manera me estoy preparando para celebrar la Navidad? ¿Qué actitudes debo de tener para encontrar al Señor?
El Adviento, que dura cuatro semanas, se puede dividir en dos partes. Las primeras dos semanas sirven para meditar sobre la venida final del Señor, mientras que las otras dos semanas se enfocan sobre el nacimiento de Jesus y como el Verbo Encarnado irrumpe en la historia de la Salvación. Adviento no es solo un tiempo pasivo para prepararme y hacer las compras para Navidad, ni tampoco para gastarme todo el dinero que traigo en la billetera, ni tampoco es un tiempo para prepararme externamente con cuestiones cosméticas de la fe, sino más bien un tiempo donde se me invita a examinar mi vida, mis actos, mis palabras, mis actitudes ¿están en sintonía con el llamado que me hizo el Señor Jesus?
El Papa Francisco en una ocasión dando su homilía en la Casa Santa Marta propuso tres actitudes para vivir el adviento y son 1) Vigilantes en la oración 2) Trabajador en la caridad 3) Alegría para bendecir al Señor.
No perder la vida de oración, dedicarle unos minutos leyendo el evangelio del día y reflexionando sobre este pidiéndole al Señor que me guie en el camino, pero sobre todo para que la oración me alimente a dar una entrega cotidiana de amor.
Ser trabajador en la caridad no significa el simple hecho de dar limosna, sino que todos nuestros actos sean dados con amor inclusive para aquella persona o gente que me molesta. Y por último, la alegría de bendecir al Señor, así como San Pablo escribió en su carta a los Filipenses “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos” (4,4).
Por lo tanto, aprovechemos este tiempo de Adviento preparando nuestras vidas para poder recibir al niño Dios en el pesebre de nuestros corazones, la esperanza de cada hombre, porque Dios salvó a la humanidad de la muerte y del pecado.
Adrian Alberto Herrera es director asociado para la Oficina de Evangelización y Catequesis.